El armario, a veces, contiene algo más que ropa y alguna polilla remolona. A veces, si no siempre, contiene alguna almohada, pañuelo, calcetín desparejado o una bolsita de hierbas aromáticas; pero no más, ya no más, van a contener a ningún Monstruo del Armario.Estos son ahora una especie en peligro de extinción. Matados y exterminados por la psique, el talibán y el presente que nos ofrecen las tecnologías y el desconcierto de no saber muy bien cómo clasificar los tiempos que corren.
Los monstruos siempre han necesitado de un hábitat oscuro, cerrado, húmedo, poco accesible y siempre lleno de temores y pelusas. El hábitat de nuestros monstruos también se actualizado. Ahora ya no es estático como el Armario (ahora de ahí solo salen personas: amantes, morosos, homosexuales...), ni debajo de la cama (donde sólo hay pelusas y el viejo colchón de piso de alquiler).
Los Monstruos de ahora son portátiles. Los llevamos adheridos a nuestras vidas, alojándose en nuestras cabezas y alimentandose del furor de las generaciones sin pasado, de neoprimitivos rezos cibernéticos que son el orgullo de un manicomio clandestino aún por destapar. Están gordos, fofos y nos asustan con solo mirarnos. Reclinados en la curva del corazón; o bien en el cómodo cerebelo, sólo tienen extender sus lenguas para engullir casi sin apetito, el miedo, la ansiedad, la palidez, el desprecio, la pena o el rechazo; que son más dulces que los despojos del abrigo de lana o el pijama.
Hace 12 años
2 comentarios:
jeje dulce mostruosidad!
jajaja, a veces si, a veces no
Publicar un comentario