Deseo una conciencia invisible.
Un cerrar los ojos y no ser.
Tan sólo para ver despegar el jornal de la semana,
efímero y taciturno, ebrio, obsoleto y caduco.
Una recompensa que empiece y de vueltas.
Ser un ser de cosecha,
con palmitas en la espalda y patrias en los pies.
Vivir un ratito inapropiado,
a través de un vino que no es mio, si no sangre de quién fue.
Y sonreír...
Sonreír como el Gato de Chesire, pues se habrá podido ver
a un hombre sin sonrisa,
pero nunca una sonrisa sin un hombre.
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